Me pediste que te escribiera, porque hacia mucho no lo hacia. Tenias razón,
capaz a veces no me permito sentir, quizás la sensación de estar enamorada,
hasta que llegaste vos no me terminaba de convencer.
Podría decirte que odio las cursilerías, pero acá estoy, escribiéndote
nuevamente.
Con vos aprendí, que de las personas que pensaba estar enamorada,
nunca lo estuve. Quizás solo tenía la necesidad de estarlo, de aferrarme. Si te
soy sincera, cuando llegaste vos tampoco tenía ganas de enamorarme.
Demostrar mucho nunca fue mi fuerte, y si me
demostraban exageradamente, huía .Esas personas tampoco lo entendían, me
forzaban a ser alguien que no era, ni quien soy.
La sociedad pide eso. En las películas románticas, en el mismísimo San
Valentín, con un ramo de flores rojas, una caja de bombones, un show de
mariachis. Odio las flores, y un show de
mariachis también.
Y ahora que lo pienso, no tuve la culpa, no fui fría. Ellos tampoco
supieron entenderme, brindarme espacio, aceptarme como soy, y forzar no sirve.
Vos nunca me forzaste a nada, y hoy, hasta inconscientemente me sale
ser cursi. Y pienso en todas esas cosas tontas que hacen en las películas románticas,
y lo hago sin vergüenza, casi gritando a los cuatro vientos.
Me demostraste que amar es aceptar, y que no necesariamente todos los días
tienen que ser color de rosa. Amar esta en las pequeñas cosas, en los detalles
chiquitos. Y parece una frase tan quemada, pero gracias por aceptarme como soy,
como no pudo hacerlo ninguno antes. Por
amarme así, siendo tan fríamente cursi.
JAZMÍN EDELWEIS.
Comentarios
Publicar un comentario